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SOBRE DIGNIDADES Y TITULOS


Dignidad proviene vocablo latino “dignitas” que define a aquel que tiene realce, excelencia, cargo o empleo honorífico o de autoridad. Un título, por su parte, es una dignidad nobiliaria, como la de barón o conde con el que un soberano o regia persona con legítima potestad y autoridad distingue a algunas personas por un hecho o acto heroico, por lealtad y fidelidad a su causa o simplemente de “motu proprio”.


Los títulos de nobleza se basan y conllevan la denominación de un lugar geográfico de donde proviene la regia figura concedente: conde de Buenos Aires, o bien están basados en el apellido del agraciado: conde Devoto, o bien recuerda o hace homenaje de un suceso memorable en la historia de la Dinastía concedente: conde de Navas de Tolosa.


La concesión de títulos nobiliarios está basada en la soberanía del otorgante, la que está a su vez sustentada en los primigenios derechos dinásticos del “ius imperii” (derecho de gobernar); el “ius gladii” (derecho de liderar sus tropas); el “ius majestatis” (derecho de ser honrado como soberano) y el “ius honorum” (derecho de honrar) este último es el derecho a premiar virtudes y merecimientos con títulos nobiliarios o caballerescos pertenecientes al patrimonio de su regia familia. Los derechos de un soberano son inherentes a su persona, son inseparables, imprescriptibles e inalienables.


Noble es la persona que por su ilustre nacimiento o por herencia ostenta algún título. La nobleza puede ser originaria es decir aquella que se ostenta por derecho propio y otra otorgada o conferida que en el caso de ser el primer agraciado se llama “ex novo” o nueva nobleza.


La nobleza titulada puede ser trasmisible a los descendientes o bien ser vitalicia y morir en el primer y único agraciado. Los títulos nobiliarios obedecen a una precedencia, hoy apenas formal, siendo así denominados en forma decreciente: duque, marques, conde, vizconde y barón. Algunas estructuras monárquicas admiten el título de Príncipe entre las denominaciones de nobleza que esta por sobre los anteriores.


Generalmente el título de Príncipe corresponde a los regios que son miembros de las Casas Reales felizmente reinantes o en exilio. La tradición admite la creación de Príncipes por decreto, basados en el “fons honorum” del otorgante, pero son los menos.


Los diversos pueblos han distinguido de diferentes formas a sus soberanos, concediéndoles denominaciones especificas, adecuadas a su época y cultura: faraones en el antiguo Egipto; cesares, cónsules, tetrarcas y augustos en Roma; Káiser en el Imperio Alemán; Zar en Rusia; Archiduques en Austria; Konning en los francos y hoy en los Países Bajos; Gran Duque en Luxemburgo, Lituania y Toscana; califa, Bei, Paxá, Sheik Emir en los países árabes; Khan o Kan en Tartária, Turquia y en Persia; Kandaké en Etiopía; o Xah en Irak.


Prof. Rubén Alberto Gavaldá y Castro

Presidente del Instituto CAECBA

www.caecba.com

@ProfesorGavalda


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