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PROTOCOLO DE ETIQUETA PARA BAÑARSE PUBLICAMENTE


El comportamiento adecuado y respetuoso fue siempre un aspecto social comunitario gravitante. Se basa, funda y sustenta en la recíproca consideración y respeto que todos nos debemos entre sí.


Cuando las pautas eran nuevas o poco claras, ya sea por olvidos voluntarios o descuidos estratégicos, la norma era escrita y dictaminada por quien era autoridad competente para su universal cumplimiento.


Así existieron edictos policiales y reglamentos para diversos aspectos de la vida en sociedad; entre ellos los que referían cómo y con qué bañarse en el mar. Tal lo determinado por el Sub-prefecto Hilario Rubio para las playas del Puerto de Mar del Plata.


A diferencia del baño actual, descontracturado y desprejuiciado por completo, en aquellos finales años del siglo XIX y principios del XX la "moralidad" y las "buenas costumbres" establecieron estrictas normas de conducta para los osados bañistas; a tal punto que las playas contaban con "medidores de bañadores" personal municipal que con un regla se aseguraba in situ que los bañistas usaren trajes que cumpliesen con la medida establecida por encima de la rodilla.


Estas disposiciones se publicaban por todo los medios posibles, inclusive se distribuían en la caja de los famosos alfajores locales. La década de los 60 marcó la llegada de las bikinis y desde allí se escribió otra historia.


Y si bien la sociedad ya debería encontrarse adulta, pudiendo prescindir de tales normas escritas, la moral de la actitud desgraciadamente falta, volviendo la experiencia marítima caótica y estresante. Esta realidad nos impone la necesidad de reflexionar si no sería necesario encontrar un punto medio que encause nuevamente la convivencia vacacional.


Prof. Rubén Alberto Gavaldá y Castro Presidente del Instituto CAECBA @ProfesorGavalda www.caecba.com


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