NORMAS DE URBANIDAD: ¿POR QUÉ?, ¿PARA QUÉ?
Las normas de urbanidad son un conjunto de reglas para tener una buena actitud social, pautas que nos ayudan en la convivencia social, comportamientos que regulan o establecen la correcta manifestación del hombre y de su vida de relación con los demás. De un hombre que decidió vivir junto a otros en una urbe (ciudad) y que para normar su interacción las propuso y aceptó consuetudinariamente para poder con y en base a ellas saber relacionarse en armonía y paz con sus vecinos.
La situación actual de estas normas se ha alterado al variar (consciente o inconscientemente) muchos hábitos de vida, entre cuyos causales menciono: las pocas horas de convivencia en el hogar; la presencia de la mujer en el ámbito laboral y por tanto su ausencia del domicilio familiar durante la crianza de los hijos; el modo de relacionarse de los padres para con los hijos; el modo de relacionarse de los abuelos con los nietos; el modo de relacionarse entre los hermanos y amigos; sumando que los miembros de las familias pasan horas y días fuera del domicilio habitual por motivos profesionales; las demasiadas horas diarias dedicadas a estar delante del televisor o de la computadora; que se ha cercenado el dialogo y el conocimiento mutuo desoyendo o ignorando la participación en las ilusiones, ocupaciones y preocupaciones de los componentes de la familia; que la transmisión de la cultura, hábitos e intereses entre los miembros de la familia se restringió a o casi nada, “confiando” la enseñanza de los niños y jóvenes solo a aquella que se imparte en la escuela, más a veces los padres no saben qué es lo que aprendieron sus hijos en el colegio; y un largo etcétera.
Estas indispensables relaciones propias y únicas del hombre han sido drásticamente reducidas en muchos casos, tanto por horarios escolares como profesionales: se almuerza en el lugar de trabajo y en el centro escolar o todos disgregados y dispersos en diferentes ambientes, horarios o situaciones.
Por todo ello, humildemente entiendo improbable lector -y sé que Usted comparte mi reflexión-, es hora imperiosa de recuperar la transmisión de lo esencial, el contacto directo de los jóvenes con el pasado, el trato vivo con las raíces y el origen, con los fundamentos de la sociedad, con lo perenne de la cultura. Cada uno puede ayudar a lograrlo, dando el ejemplo con su gente en el lugar y rol que le haya tocado.
La buena crianza, la cortesía y los buenos modales son compatibles con la sinceridad, con la coherencia entre lo que es y lo que se hace, pero sobre todo no han pasado de moda, son actuales.
Si bien vivimos en una sociedad habituada a grandes avances tecnológicos y científicos, ello no puede obnubilarnos y hacernos perder de vista lo principal: el hombre.
La ausencia de una educación seria y profunda, provoca una paulatina aceleración a la vulgaridad y a la grosería, que son los síntomas inequívocos de la barbarie cultural y la regresión a las épocas de las cavernas y la vida en la selva.
Prof. Rubén Alberto Gavaldá y Castro
@ProfesorGavalda