MUCHOS ORGANIZAN EVENTOS. POCOS SABEN BIEN DE QUÉ SE TRATA.

Un evento es un espectáculo dado que todos aquellos que en él participan llevan expectativas latentes, las que deben ser colmadas con un atractivo contenido.
El espectáculo debe ser organizado y debe tener cierta “magia”, siendo el desafío del profesional que lo haga el saber mantener vivo el encanto durante todo el tiempo que dure el encuentro.
Quien organiza un evento es un administrador de ilusiones. Un evento no será bueno solo porque dure mucho tiempo, sino por la originalidad y calidad del tiempo de permanencia de los actores en el mismo; breve y bueno dos veces bueno. El hartazgo del invitado es el límite; es mejor que quienes participan queden con ganas de más y de regresar, y no se saturen o aburran.
Los eventos persiguen un objetivo y una finalidad, ambas instancias van de la mano pero son conceptos desiguales. Mientras el objetivo es cumplir meramente con el evento tal cual fue programado en horas y contenido, la finalidad es mas abarcativa dado que se refiere a algo más pretencioso, busca que los participantes y protagonistas se lleven gratos momentos, se sientas atendidos, integrados, arte y parte del encuentro. Está ligado a las emociones, algo difícil de cuantificar en el momento de evaluar el éxito del emprendimiento.
Todo evento genera un mensaje (opulencia, vigencia ante otros solo por mencionar algunos) y proyecta una imagen. Si el evento no ha nacido bien o no cuenta con los recursos necesarios es mejor no realizarlo dado que un resultado malo genera una pésima imagen del anfitrión principalmente y del organizador también. El resultado negativo se viene encima letalmente como la rapidez con que regresa un búmeran.
Los eventos surgen o tienen origen en la necesidad del hombre de marcas etapas de su vida signados sobre todo por mandatos religiosos generalmente (eventos sociales). Los eventos corporativos, en cambio, surgen de una planificación de las relaciones públicas consciente o inconsciente que los propicia.
Los eventos se ven condicionados por muchos motivos: climáticos, anímicos (no obtiene el mismo resultado un casamiento festejado un viernes que un sábado, dado que en el primer caso el participante arrastra el cansancio laboral de la semana y en el segundo es su única actividad del día), también por el entorno en donde se realicen (no es lo mismo en tal o cual barrio), y hasta por la característica socio-económica- cultural de los receptores o participantes.
Prof. Rubén Alberto Gavaldá y Castro
Presidente del Instituto CAECBA
www.caecba.com
@ProfesorGavalda
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