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“LES REGLES DE LA BIENSEANCE ET DE LA CIVILITÉ CHRÉTIENNE”



Hasta los Santos escribieron y propulsaron normas de ceremonial y urbanidad, entre ellos: Juan Bautista de La Salle: Sacerdote, Doctor en Teología, Pedagogo y Padre de las Escuelas Cristianas quien en 1702 logra la autorización real de Luis XIV para imprimir “Las Reglas de Cortesía y Civismo Cristiano”.


El civismo, término que surgió luego de la Revolución Francesa, en remplazo de cortesía (de cortesanía, ceremonial de la corte), es conocido en el mundo de las buenas costumbres como urbanidad y refiere a las pautas mínimas que los ciudadanos de una ciudad deben observar en su comportamiento social, para así permitir una pacífica convivencia en sociedad.


Los educadores cristianos, entre los que se destacaron los hermanos de La Salle, observaron la integridad del individuo y no tan solo lo instruyeron sino que también ayudaron en su educación publicando, observando y haciendo observar reglas de convivencia. Así lograron que sus educandos sean distinguidos por un óptimo comportamiento inter pares.


La cortesía se base en el respeto y la consideración hacia el otro, expresado de otro modo, el prójimo. Tal su importancia que de ello también se ocuparon los santos.


En el primer capítulo de “les règles de la bienséance civile et chrétienne” La Salle trata sobre la postura y actitud de todo el cuerpo. Trascribimos un fragmento:


“Siempre es necesario en el porte de una persona algo reflexivo y majestuoso, pero debe evitar cuidadosamente todo lo que indique orgullo y altivez de espíritu, ya que esto desagrada en extremo a todos. Lo que debe producir esta consideración es sólo la modestia y la sabiduría que un cristiano debe manifestar en todo su comportamiento.


Como es de alta cuna, por pertenecer a Jesucristo y ser Hijo de Dios, que es el Ser supremo, no debe tener ni manifestar nada vil en su exterior, y todo en él debe tener cierto aire de elevación y grandeza, que tiene alguna relación con el poder y majestad del Dios a quien sirve y que le dio su ser, pero que no proviene de la estima de sí mismo y la preferencia por los demás.


Todo cristiano debe comportarse según las reglas del Evangelio, por lo que debe mostrar honor y respeto a todos los demás, considerándolos hijos de Dios y hermanos de Jesucristo, y al considerarse un hombre cargado de pecados, debe continuamente humillarse y ponerse debajo de todos. Al estar de pie, debes mantener el cuerpo erguido, sin inclinarlo hacia un lado ni hacia el otro, y no inclinarte hacia adelante como un anciano que no puede sostenerse.


También es muy indecente enderezarse, apoyarse contra una pared o cualquier otra cosa, contorsionar el cuerpo y estirarse de forma indecente. Al sentarse, no debe estirarse perezosamente ni apoyarse firmemente en el respaldo de la silla. Es indecente sentarse demasiado bajo o demasiado alto, a menos que no se pueda hacer otra cosa; en general, es mejor sentarse demasiado alto que demasiado bajo; pero cuando estés en compañía, debes dar los asientos más bajos y cómodos, especialmente a las mujeres.


Ni el frío ni ninguna otra molestia o sufrimiento deben hacernos adoptar una postura indecente, y va contra la cortesía demostrar fuera que se tiene una molestia, a menos que no se pueda hacer lo contrario. También es signo de demasiada sensibilidad y delicadeza cuando no se puede sufrir nada sin expresarlo exteriormente”.


Valga la introducción para invitarlo a adentrarse en “Las reglas de cortesía y civismo cristiano” de San Juan Bautista de La Salle que puede leer completa y gratuitamente en el siguiente enlace:

y así ayudar entre todos a reconstruir una sociedad mejor, respetuosa y educada.


Prof. Rubén Alberto Gavaldá y Castro

@ProfesorGavalda


Presidente del Instituto CAECBA

Miembro fundador de la Asociación Argentina de Protocolo

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