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LAS TORTAS SE COMEN CON TENEDOR Y EL HELADO SE TOMA, NO SE COME.


Con la idea de distendernos de tanto ceremonial y protocolo oficial: ausente, infringido, desafortunado, desmedido y de cierta laxitud inmerecida e innecesaria que se han podido apreciar desde hace varios lustros en los dispositivos patrios a todo nivel (municipal, provincial y nacional), distraigo hoy la atención de Usted, fiel lector, para tratar los yerros culturales que siguen marcándose, remarcándose y trasmitiéndose constantemente al decir “comemos un helado” y al ofrecer cucharas de postre (con suerte) para comer tortas y similares.


Me explayo: el helado es una armonía homogénea de ingredientes sólidos y líquidos (leche, agua, nata, zumos, cacao, etc.), debidamente equilibrada. Esta mezcla se calienta, madura y se pasa por un proceso parcial de congelación en el cual se incorpora aire (mantecar) mediante un agitador, y posteriormente se congela para, posteriormente, consumir de diversas formas y tamaños. Dicho de otro modo más sencillo: es un liquido congelado por lo que corresponde tomarlo, misma instancia que amerita el hacerlo con la famosa cuchara para helados.


En relación a las tortas y preparaciones parecidas para consumirlas se utiliza un tenedor de postre, ¡si! Leyó bien, un tenedor y no una cuchara de postre como comúnmente se hace. La torta no es un líquido y como todo alimento blando debe cortarse con el canto del tenedor. Sería ideal que conjuntamente con el tenedor el comensal reciba una cuchara para acompañar la acción de consumición, es decir, como cubierto auxiliar.


A veces no entiendo por qué los bares y confiterías insisten en traer con una porción de torta cucharas en vez de tenedores. La industria de la hospitalidad y de la gastronomía en Argentina deben terminar con esta deformación consciente (ya no creo que sea al revés) de embrutecernos.


Y ya que me metí en el mundo del bar y del restaurante una última perla: nunca pida un "cafecito", no es correcto utilizar diminutivos gastronómicos. Es propicio decir café, simple y llanamente.

A esta altura de la vida faltaría más que ir a un lugar público de grandes y pedir cosas como pequeños al mejor estilo liliputiense.


Prof. Rubén Alberto Gavaldá y Castro

Presidente del Instituto CAECBA

www.caecba.com

@ProfesorGavalda


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