LA SERVILLETA
En un hogar deben convivir dos tipos de manteles, aquel destinado a las comidas, de generosa tela blanca preferentemente, con sus correspondientes servilletas de la misma tela y generosamente amplias como para ocupar todo el regazo de los hombres o las faldas de las señoras.
El otro mantel es el llamado “de té”, es decir, aquel que se utiliza para los desayunos y en las meriendas. Lo reconoceremos por ser más chico y alegre en sus bordados, vivos y colores, y a su vez, porque cuentan con servilletas pequeñas, ya que estas nunca se despliegan en el regazo o la falda, utilizándole siempre desde la mesa donde quedarán desde su inicio.
¡Sí! leyó bien, estimado lector, las servilleta de comidas (almuerzos, comidas o cenas) se despliegan en el regazo o la falta, las de té (desayunos o meriendas) nunca.
Volviendo a la servilleta de comidas, si no hay personal de servicio aparecerá ligeramente “mordida” (permítame la libertad de utilizar esta expresión) entre el plato de posición y el plato de la entrada, de modo que el comensal una vez sentado y luego de que la anfitriona tome su servilleta, el resto hará lo mismo colocándola en el área de las piernas.
Si hubiere personal estará ubicada del lado izquierdo del sitio de comensal.
La servilleta debe colocarse con el doblez hacia la cintura y las puntas hacia las rodillas, más, como me enseñará mi Señora Madre, al doblez primario se lo hace uno posterior pequeño calculando el mismo por la ubicación de los dedos pulgares de modo que esa especie de “solapa” creada, será el lugar para limpiarnos la boca antes de beber para evitar que se manche el borde de la copa; y cada vez que se ha bebido; dicho de otro modo siempre deberemos secarnos los labios y mucho menos tocando la comisura de la boca solamente. Se emplea la servilleta secando por presión sobre los labios, y no “frotando” sobre la boca. Normalmente se utilizará una mano para esa operación, con el apoyo de la otra que sujeta por debajo la servilleta.
Al terminar la comida –tanto en un restaurante como en una casa- se deja la servilleta sobre la mesa, del lado derecho, sin doblarla perfectamente, ya que no se volverá a emplear, pero cuidando siempre de que no quede hecha un trapo o atada como un nudo y mucho menos que se pueda ver en alguna de sus partes un resto de la limpieza efectuada.
No recomiendo la utilización de servilleteros dado que estos son lucidos generalmente unos segundos para luego molestar durante todo el servicio. Si es de su agrado dejen los servilleteros creativos o alegóricos para las fiestas de Navidad o Pascua, única instancia en que me parecen tolerable el convocarlos a la mesa. Recordemos que a una mesa son convocados solo los elementos que se utilicen, evitando estorbos.
En las servilletas no deben bordarse anagramas o monogramas, la razón: es un elemento auxiliar del servicio de mesa para higiene; tampoco se almidonarán porque las volverían obsoletas por su poca absorción y tampoco se las doblará artísticamente porque será sinónimo de manoseo y a nadie le agrada posar sus labios en una tela impura. Dejemos esto para los eventos.
Si por fuerza mayor debemos ausentarnos de la mesa durante el servicio, dejaremos la servilleta en el asiento utilizado, de modo que al ver esta señal el personal sabe que el comensal regresará a su lugar prontamente y todo continuará normalmente.
Una última apreciación, servilletas de papel nunca, en toda mesa que se precie de tal. No es una solución lógica colocarlas entre la tela de modo que le demos a los comensales el explicito mensaje de que son unos sucios que maltratarán mi blanquería. Por eso tampoco se estila ya la servilleta “rouge” de color rojo que acompañaba la principal y que utilizaban y se los ofrecía a las señoras todas por igual para que no sucedieran imprevistos negativos con el lápiz labial.
Prof. Rubén Alberto Gavaldá y Castro
Presidente del Instituto CAECBA
@ProfesorGavalda
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