LA PRESENTACIÓN SOCIAL ANTE EL MONARCA, UNA SINGULAR CEREMONIA
La Corte Británica impuso una costumbre que llego a ser un rito social esperado y anhelado por muchas niñas de la sociedad. La moda enmarcada en sofisticados bailes fue impuesta en tiempos del rey Jorge III y fueron retirados en tiempos de la reina Isabel II.
Este singular protocolo marcaba la transición de una niña a la feminidad, permitiéndosele a partir de ese momento participar en la temporada de fiestas, juegos, carreras y cenas que en esencia constituían un mercado matrimonial poblado por personas con el estatus adecuado.
El reglamento de la corte ordenaba que todas las damas que se presentaran debían aparecer vestidas de corte completo: corpiño bajo, mangas cortas, trenza de una longitud mínima estipulada, velo corto y/o encaje “lappets” que tenía como particularidad ser “piezas antropomorfas con ojos semicerrados y elaborados tocados con espirales; colgantes de orejera cónicos y troncocónicos, y pectorales acorazonados”, a ello había que sumar guantes largos blancos.
El tocado consistía en tres plumas de avestruz dispuestas al modo Príncipe de Gales, es decir: con una pluma central más alta que las dos de cada lado, usadas ligeramente a la izquierda de la cabeza. Los ramos eran opcionales.
Bien mostrarse, presentarse ante el Monarca, la primera reverencia, recibirse de dama, anotar en la libreta de baile el orden de los aspirantes partenaires, manejar un código de abanicos, ensayar previamente los bailes, compartir una coreográfica danza, compartir un pastel inmenso al finalizar, agudizar el instinto y un largo etcétera daban a la ocasión un halo de encanto sugerente.
Después de cada evento, las señoritas y los honorables caballeros normalmente se dirigían a uno de los estudios fotográficos de moda cercanos para un retrato conmemorativo. El estudio Lafayette en New Bond Street, a pocos minutos del Palacio, fue particularmente popular.
Conocer a un Jefe de Estado es importante, más aún cuando lo es del propio país donde nací y ni qué agregar si es una monarquía. Hoy ya no se celebran esos delicados encuentros, todo ha cambiado a tal punto que estos ritos sociales superados por la inhibición actual a la luz de la tecnología imperante parecen cuentos de remotos siglos pasados.
No puedo finalizar sin remarcar que con el olvido de este y otros ceremoniales, la vida se ha vista basta opacada y monótona de toda monotonía.
Prof. Rubén Alberto Gavaldá y Castro
Presidente del Instituto CAECBA
Miembro fundador de la Asociación Argentina de Protocolo
@ProfesorGavalda
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