EVENTOS ACADÉMICOS: LA ENGAÑOSA COSTUMBRE DE ROTULARLOS DE MODO ALTISONANTE.
Convocar a un evento resulta altamente complejo y desafiante, sobre todo cuando son culturales. Ante esta situación muchos organizadores apelan de inmediato al recurso de bautizarlos con cierta importancia de modo que el público se interese y despierte en él el ánimo de asistir.
Claro, a nadie le agrada ir a un lugar que no tiene importancia. Mucho menos cuando hay que pagar el derecho de participación. En este marco, asistimos desde hace años a llamadas a congresos que no lo son, seminarios que son jornadas, jornadas que son charlas, etc. etc. etc.
Para comenzar a dar luz sobre el tema, esbozo este primer pensamiento, refiriéndome a grandes rasgos sobre los congresos internacionales.
Los encuentros académicos tienen su más alta expresión en los congresos. No caben dudas. Estas son reuniones que nuclean a miembros de una asociación, organismo o entidad para debatir cuestiones previamente fijadas.
Este tipo de encuentros prevé tres sesiones plenarias: la inaugural, que informa sobre la finalidad y anuncia los temas a tratar; la media, donde se consideran los trabajos preliminares a las conclusiones; y la final, en la que se informan los resultados alcanzados.
Los congresos se inician con un acto de apertura, luego tienen lugar las reuniones plenarias y paralelas, y finalizan con una ceremonia de clausura. Todo debidamente moderado.
Un congreso adquiere la categoría de internacional cuando reúne una serie de requisitos. Estos requisitos son impuestos por las dos grandes entidades que agrupan a los organizadores de congresos:
1) La Unión Internacional de Asociaciones (*1) con sede en Bruselas (Bélgica) solicita un mínimo de 300 participantes, de los cuales el 40% de los asistentes deben ser extranjeros y cuyas nacionalidades deben ser al menos de cinco países diferentes. También advierte que deben tener una duración mínima de tres días.
2) La Asociación Internacional de Congresos y Convenciones (*2) sita en Ámsterdam (Holanda), además de lo que solicita la UIA, requiere contar con una determinada periodicidad (cada tantos años) y una rotación para su sede de por lo menos cuatro países.
Por consiguiente un congreso no es internacional porque en él diserten personas de diferentes países, sino porque los participantes son al menos de cinco nacionalidades diferentes, llegando a ser casi la mitad del total de los asistentes.
El congreso debe expedir una conclusión final, fruto del trabajo por comisiones. Si no las tiene no fue un congreso. Y por ultimo cuando todos los años se hace en una misma ciudad sede, tenemos entre otros, una preclara llamada de atención de que algo no está bien.
(*1) http://www.uia.org/
Prof. Rubén Alberto Gavaldá y Castro
Presidente del Instituto CAECBA
Miembro fundador de la Asociación Argentina de Protocolo
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