EL VERDADERO ORIGEN DE LOS COLORES DE LA BANDERA NACIONAL
Luego de la respuesta positiva que el Primer Triunvirato enviara a don Manuel Belgrano instituyendo la Escarapela de las Provincias Unidas del Río de la Plata, el General se siente feliz, entendiendo que el gobierno comparte sus anhelos. Entusiasmado el 26 de febrero de 1812 envía una segunda nota al Poder Ejecutivo pidiendo una bandera.
Al día siguiente, sin dar tiempo a respuesta alguna, el hombre sereno, el abogado estudioso, el militar analítico, cede paso al patriota impaciente, como revela su carta al Triunvirato del 27 de febrero, con aquella frase que debería grabarse en el frontis de todas las escuelas:..."Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, la mandé hacer blanca y celeste, conforme a los colores de la escarapela nacional. Espero que sea de la aprobación de V.E.".
Por supuesto que no fue aprobada por el gobierno, al cual no le faltaban razones para ello. De todas maneras, la correspondencia que sobre el punto intercambian el gobierno y Belgrano es conmovedora; volveremos a ella en próximas reflexiones sobre nuestros símbolos.
Con respecto al porqué de los colores, no fue don Manuel Belgrano quien determinó los mismos, sino que al decretar la escarapela, quien lo hizo fue el Triunvirato, el organismo a cargo de los negocios de la Nación.
En consecuencia, si los colores fueron decretados por el triunviro de Chiclana, Paso y Sarratea, ¿cuáles debieron elegir?: no podían ser los de las tropas (rojo y blanco) ni los colores de los navíos del rey (rojo y amarillo gualda), sino los correspondientes a la propia persona del soberano, o sea el celeste y blanco de los borbones de la casa española.
Lo eran desde 1771, cuando Carlos III asegurada su sucesión dinástica con el nacimiento de un nieto, crea la Orden de su nombre, bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, una figura de blanco manto y celeste capa, que tan maravillosamente pintara Murillo, con esos colores que la orden adoptó.
De ahí, la cinta de la medalla y la banda que les cruzaba el pecho, como se ve en los cuadros de Goya y Aparicio expuestos en El Prado, además de la que mostrara el rey emérito de España don Juan Carlos I en su coronación en 1975.
Es cierto que don Manuel Belgrano tomó los colores de la Escarapela de las Provincias Unidas, es cierto que el rey Carlos III tomó los colores de la Virgen María en su advocación de la Inmaculada Concepción para su naciente Orden de Caballeros.
Hasta aquí una realidad documentada, pero… no hay historia fehaciente de por qué el Triunviro manda que la escarapela nacional sea celeste y blanca porque simplemente no hay documentación conocida al respecto, por lo menos que haya sido encontrada hasta el día de hoy.
Solo nos queda pues el principio traslativo del único color borbónico español que podría representar al Soberano. Rey en el exilio bajo el poder de Napoleón por quien se había jurado fidelidad y lealtad ante el crucifijo.
Prof. Rubén Alberto Gavaldá y Castro
Presidente del Instituto CAECBA
Presidente de la Academia Belgraniana de la República Argentina
Miembro Fundador de la Asociación Argentina de Protocolo
@rubenalbertogavalda
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