EL LENGUAJE DEL ABANICO
El código o lenguaje que las damas imprimieron en la sutil utilización del abanico, es una forma de comunicación que inicia cuando las damas del siglo XIX y principios del XX iban a los bailes acompañadas por su madre o por una señorita de compañía, que en las colonias recibía el nombre de chaperona, con el fin de que éstas velasen por su comportamiento.
Las señoritas de compañía eran muy celosas en el desempeño de la labor que se les encomendaba por lo que las jóvenes tuvieron que inventarse un medio para poder comunicarse con sus pretendientes y pasar desapercibidas. Para ello usaban su abanico de diferentes maneras de modo que éste les servía de instrumento para pasar mensajes al galán que las cortejaba.
Si la dama se abanica sobre el pecho lentamente: «soy soltera, no tengo novio». Si mueve el abanico en movimientos cortos y rápidos sobre su pecho: «estoy comprometida o tengo novio, sigue tu camino». Si abre y cierra el abanico y lo pone en su mejilla, le indica al joven: «me gustas». Si coloca el abanico en su sien y mira hacia arriba: «pienso en ti de noche y día». Si sospecha que su amado le es infiel o lo ve hablando con otra joven, se toca la punta de la nariz con el abanico, indicándole: «algo no me huele bien». Si camina impaciente de lado a lado golpeando la palma de su mano con el abanico: «ten cuidado, cariño, por ahí viene la chaperona». Si abre y cierra el abanico y señala hacia el jardín: «espérame allí mi amor, pronto estaré junto a ti». Si mira al joven sugestivamente cubriéndose la boca con el abanico: le está enviando un beso, y obviamente, el joven sabe que él es el escogido.
El abanico, además de convertirse en un elemento indispensable en la indumentaria de una época, se constituye en un instrumento de comunicación ideal en un momento en el que la libertad de expresión de las mujeres estaba totalmente restringida. Este objeto se convirtió en un auténtico parapeto de todo un repertorio que iba desde las sonrisas ingenuas, hasta auténticas declaraciones de enamorados.
Existían y existen diferentes lenguajes del abanico, pero todos ellos utilizaban como regla común: la colocación del objeto en cuatro direcciones con cinco posiciones distintas en cada una de las cuatro. Con ese sistema se iban representando las letras del alfabeto. Las variantes del lenguaje de los abanicos, es casi infinita.
Pues, como entiendo que si han leído hasta aquí, les interesa saber más sobre esta forma del sensual y astuta de comunicar, y sin querer extenderme demasiado, sigamos: cerrar el abanico tocándose el ojo derecho: "¿cuándo podré verte?". Hacer movimientos amenazadores con el abanico cerrado: "no seas tan imprudente". Abanico medio abierto presionado sobre los labios: "puedes besarme". Las dos manos juntas sujetando el abanico abierto: "olvídame". Cubrirse la oreja izquierda con el abanico abierto: "no reveles nuestro secreto". Esconder los ojos detrás del abanico abierto: "te quiero". Cerrar un abanico lentamente: "prometo casarme contigo". Tocar con el dedo la parte alta del abanico: "desearía hablar contigo". Dejar el abanico descansado sobre la mejilla derecha: "si". Abrir y cerrar el abanico varias veces: "eres cruel". Abanicarse lentamente: "estoy casada". Poner el abanico sujetándolo sobre los labios: "bésame". Abrir totalmente el abanico: "espérame". Situar el abanico detrás de la cabeza: "no me olvides". Situar el abanico detrás de la cabeza con el dedo extendido: "adiós". Situar el abanico delante de la cara con la mano derecha: "sígueme". Situar el abanico delante de la cara con la mano izquierda: "estoy deseosa de sus conocimientos". Mantener el abanico sobre la oreja izquierda: "deseo deshacerme de ti". Mover el abanico alrededor de la frente: "has cambiado". Dar vueltas al abanico con la mano izquierda: "nos están viendo". Dar vueltas al abanico con la mano derecha: "quiero a otro". Llevar el abanico abierto en la mano derecha: "eres demasiado ferviente". Mover el abanico entre las manos: "te odio". Mover el abanico alrededor de la mejilla: "te quiero". Entregar el abanico cerrado: "¿me quieres?". El abanico colocado cerca del corazón: "has ganado mi amor". El número de varillas muestran la contestación a una pregunta: "a qué hora". Dejar el abanico descansado sobre la mejilla derecha: "si". Dejar el abanico descansado sobre la mejilla izquierda: "no". Dar vueltas al abanico con la mano izquierda: "nos están viendo". Dar vueltas al abanico con la mano derecha: "quiero a otro". Acercar el abanico alrededor de los ojos: "lo siento". Abanicarse rápidamente: "estoy comprometida". Llevar el abanico abierto en la mano izquierda: "vamos, y me cuentas". Descender el abanico: "seremos amigos". Dejar el abanico descansado sobre la mejilla izquierda: "no".
Difícil de recordar en cada caso pero nada tan osado para su época, claves sociales que hoy en día han sido superados por lo nuevos modos de comunicar, instantáneos por cierto pero tan desangelados y poco sugestivos por otro.
Prof. Rubén Alberto Gavaldá y Castro.
Presidente del Instituto CAECBA
@ProfesorGavalda