Día de los fieles difuntos
Cada 2 de noviembre conmemoramos una jornada especial dedicada a rezar por los fieles difuntos, por todos aquellos que nos precedieron. Se, improbable lector, que no resulta grato hablar del paso final en nuestras vidas, pero entiendo que es necesario así hacerlo para tomar conciencia de nuestra finitud, instancia que nos marca y demarca que no somos, terrenalmente hablando, eternos y que nos ayudará a limitar nuestra soberbia juvenil.
La simplificación del ceremonial y el protocolo, de los ritos y rituales sociales, devenida vertiginosamente hasta nuestros días tiene se punto de inicio en la década del 80 del siglo pasado. La muerte hoy no es un tema querido para tratar más bien le somos esquivos, favorecemos la vida sin darnos cuenta que ella, la muerte, es parte de esta.
Las alteraciones sociales, impensadas en época victoriana, han producido una indiferencia por la visita al cementerio, el rezo de una novena hasta –me atrevería a decir- de un simple responso, que sin quererlo hemos atentado contra nosotros mismos, porque es dable pensar que en algún momento todos, absolutamente todos, necesitaremos de la ayuda espiritual de otros para propiciar el encuentro con Dios Padre.
La ropa que antaño era obligatoriamente negra desde los pies hasta la cabeza, ha sido actualmente reemplazada por diversos colores y texturas. Ya casi no importa exteriorizarlo; nadie recuerda las grandes tiendas de Buenos Aires que tenían una sección destinada a los lutos, con sus famosos catálogos: Tienda San Juan, que ofrecía géneros de seda y lana opacos, hasta el 1900; Los Lutos, en Carlos Pellegrini 445, conocida en todo el país; y más tarde Harrod's y Gath y Chaves.
Un día como hoy, familiares y amigos solían visitar a sus muertos en su morada final; hoy casi ni una oración. Olvidados hubo siempre, por ello la Iglesia instituyó esta fecha en su calendario litúrgico en que se reza por el sufragio de las almas, notorias, notables, anónimas y atemporales.
Sufragar por un alma es hacer u ofrecer ayuda, socorro y favor para que llegue al gozo de la presencia de Dios. La Iglesia, además de elevar preces al Altísimo en diferentes momentos de la Misa y otros oficios litúrgicos, hoy hace alusiones y recuerdos caritativos de y por las almas de sus hijos en el Purgatorio de modo que brille para ellos (como para los no creyentes cuya fe solo Dios conoce) la luz que no tiene fin.
Prof. Rubén Alberto Gavaldá y Castro
Presidente del Instituto CAECBA
www.caecba.com
@ProfesorGavalda
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