CEREMONIAL REMOTO: UNA MODALIDAD VIRTUAL QUE DESVIRTÚA LA ESENCIA DE LOS EVENTOS.

El covid-19 desnudó al ceremonial dejándolo desprevenido y vulnerable; sometiéndolo a un tiempo de innovaciones; algunas mas juiciosas otras para el olvido.
La tecnología, esa magia impensada hace unas décadas no más, acerca instantáneamente a todos mas allá de las barreras geográficas; a todos aquellos –claro está- que tienen la dicha de estar conectados a través del milagroso “wifi”. Y créame estimado lector internet no hay en todos lodos, aún hay rincones de la República olvidados y dejados a la buena de Dios.
Empero, con dudosas y efímeras expresiones, carentes de lineamientos y criterio organizativo, se están llevando a cabo ceremoniales virtuales, cuyas circunstancias y expresiones atentan contra la celebración misma, contra la propia esencia y naturaleza de ser un evento. Y lo que es aún peor, creemos que están bien.
Ante esta realización virtual celebrativa que llegó, y esperamos sea pasajera y no se imponga, debemos imperiosamente reforzar los cuidados organizativos que dispensamos a nuestras conmemoraciones, antes de que sea tarde y que lo malo justifique lo pésimo so pena de una pretendida modernidad.
Me explayo: todo evento se sostiene y compone de y en una trilogía; por un lado un o unos anfitriones; por otro uno o varios homenajeados, sean personas o circunstancias evocativas actuales o pasadas, y por último una concurrencia. De éste trípode, actualmente y en vista de la modalidad virtual, podemos prescindir del público, porque masivo en mayor o menor medida, hoy no es conveniente que asista dada la circunstancia y marco que impone una pandemia.
Priorizar la salubridad es necesario y prudente. Que ellos se queden en sus casas u otro lugar conveniente, con las debidas observancias de los protocolos de prevención estipulados por la autoridad es correcto, pero en este mundo al revés, muchas veces el que se queda en su casa es el anfitrión. Nada más ilógico y contradictorio.
Si el dueño de casa que ofrece la reunión, celebración, festejo y demás no está presente para presidir el acontecimiento para nada sirve el evento en sí mismo. Ser anfitrión, presidir un evento, es una función indelegable y debe hacerse “in situ” allí donde sea el escenario principal elegido. Dicho de otra manera todos en sus casas no, cada uno en su lugar. Quien preside no puede ni debe hacerlo remotamente, el sentido común lo marca y la lógica protocolar así lo entiende y demanda.
Cruzar esta imperiosa necesidad organizativa en un dispositivo lógico, podría provocar tal grado de impertinencia que todo protocolo ya no sea necesario y se vuelva todo virtualmente prescindible. Y ejemplos sobran: un Te Deum central donde el Mandatario estaba cómodo en su residencia mientras la nada misma presidia tan significativo ceremonial, o aquella reciente de una toma de promesa remota donde estuvieron presentes en el “presidium” quienes menos interesaban, multiplicación de Banderas Nacionales en una mera y fácil escenografía del protocolo remoto, y un largo etcétera.
Y si bien el ceremonial es una disciplina dinámica que se adecua a los tiempos y circunstancias no podemos dejarnos llevar por inspiraciones rayanas en lo protocolarmente ilógico e inapropiado que lleve indudablemente a malogrados actos virtuales.
Prof. Rubén Alberto Gavaldá y Castro
Presidente del Instituto CAECBA
www.caecba.com
@ProfesorGavalda
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